¿Está superando el ser humano la selección natural?, ¿continúa nuestra especie evolucionando?, ¿tenemos los mismos genes y el mismo cerebro que nuestros antepasados de la edad de piedra?
Existe una opinión cada vez más común que argumenta que los humanos hemos llegado a un pico o una meseta evolutiva de adaptación, pero, ¿hasta que punto esto es verdad o una teoría adaptada a la medida de algunos intereses ligados a los grandes poderes religiosos?
En un artículo mas que interesante Jesus Gonzales Fonseca nos revela una serie de datos que nos pueden servir para formar opinión acerca de este tema que parece estar cerrado y tal vez todavía recién empieza.
La teoría evolutiva afirma que la evolución es más rápida en poblaciones más grandes. A medida que el ser humano ha ido poblando el mundo, los nuevos entornos han ejercido una fuerte presión para que se produjeran mutaciones genéticas fortuitas, que permitieran la digestión de nuevas fuentes alimenticias o la resistencia a nuevos agentes patógenos con los que en contextos previos no se convivía.
Por ejemplo, si el ritmo en el que los nuevos genes evolucionan en África fuera extrapolado a hace 6 millones de años, cuando se separó la línea evolutiva entre humanos y chimpancés, las diferencias genéticas entre los chimpancés modernos y los humanos actuales sería 160 veces mayor de lo que realmente es en la actualidad.
Por tanto el ritmo de evolución de los africanos ha sufrido una notable aceleración reciente.
Las investigaciones que se llevan a cabo sobre poblaciones actuales muestran que las mayores variaciones “vivas” genéticas se dan en poblaciones de esquimales, que habitan regiones pobladas hace relativamente poco tiempo, y las menores se dan en zonas tropicales, que, no por casualidad, es donde tuvo su origen la especie humana.
El artículo completo lo pueden leer aquí. Por cierto que está muy interesante.
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